Devil's playground

Eros, además de ser el Dios del amor y el sexo, también en dentro de la Teogonía de Hesíodo, uno de los primeros cuatro dioses en aparecer en la creación. No es de extrañarse su importancia dentro de la obra presocrática cuando vemos a que punto nuestra sociedad, nuestra cultura y hasta nuestra biología depende de « Eros ». Permea tantos aspectos de nuestro imaginario, que pareciese querer ocultarse o escabullirse en cada imagen que concebimos. Es tanta que se vuelve un tema inevitable, y lo es obviamente en el caso de la pornografía. Sin embargo, la pornografía que Pía nos muestra en su obra, se transforma en algo más, sin arroparla, sin quitarle su carnalidad, la dota de un velo sensual, de un filtro que pareciera canalizar ese torrente erótico. Hablando de flujos, son justamente hoy día los constantes los flujos de pornografía que podemos encontrar en internet, responsables del deseo pero a la vez de la saciedad y tal vez hasta normalización de estas imágenes.
Son tan banales hoy día, pero al mismo tiempo tan privadas, ocultas en su función masturbatoria y miradas a través del picaporte digital, que parecieran llevar todavía los tabúes del siglo pasado y antepasado ¿Pero son las imágenes de esta exposición, cercanas a los tabúes contemporáneos, a lo prohibido? Sin forzosamente quererte encontrar una respuesta, « Devil’s Playground » es justamente eso, un terreno de juego, de experimentación.
La búsqueda es necesaria, la ambigüedad es justa, y el juego erótico requiere de esas ganas de crear un dialogo entre el espectador y el objeto o sujeto deseado. Lo diabólicamente prohibido está en lo lúdico del « Eros », las posibilidades que se ocultan en ese juego de la carne, de volverla algo efímero, ligero y finalmente, tal vez con ello trascender lo prohibido.